viernes, 3 de septiembre de 2010

El territorio de un extranjero es el fragmento

Todo individuo que abandona “su” espacio para instalarse en “otro”, se esfuerza por no desintegrarse a causa de la perturbación que provoca la desorientación y la ausencia de referentes. El país de origen, su cultura, su sociedad, su hogar, el lugar al que aprendió a pertenecer se vuelve impreciso, confuso, como una geografía hecha de astillas. El extranjero no está ni allá, ni acá, habita un tercer espacio, un entre. Sus coordenadas no son binarias, sino múltiples y cambiantes. Por ello, lo que sabe sobre su identidad se vuelve desigual, híbrido debido a la interacción simultánea con otros lenguajes y otras culturas. Su cotidianeidad es interrumpida por el paisaje otro, por el tiempo y espacio otros. Allá y acá se yuxtaponen, que como estrategia, conectan lo suyo con lo diferente en un continuo de transferencias. Yo soy con el otro. Yo soy en otro paisaje. La referencialidad propia se confunde con un cuerpo extranjero y es cuando la “identidad fija” se transforma en “identidad en desplazamiento”.

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